Publicado
Playa Grande, Manzanillo
Entre las playas de Punta Uva y Manzanillo, en la costa sur del Caribe costarricense, se encuentra una de las zonas ecológicas más valiosas del país: el Refugio Nacional de Vida Silvestre Gandoca-Manzanillo (REGAMA). Esta región alberga ecosistemas raros como manglares, selvas tropicales, pastos marinos, arrecifes de coral y lagunas costeras. Desde 1985 está protegida oficialmente, y en 1995 fue declarada Sitio Ramsar, reconociéndose como un humedal de importancia internacional.
Pero REGAMA es mucho más que bosque y mar. Es hogar de jaguares, perezosos, caimanes, tortugas marinas en peligro, tucanes, ranas de colores brillantes y cientos de especies de aves e insectos. Sirve como sitio de anidación para tortugas y hábitat vital para especies amenazadas. Es un museo viviente de biodiversidad que protege el equilibrio de nuestro planeta.
A pesar de su estatus protegido, la región ha enfrentado presión urbanística y errores legales:
En 2025, la Sala Constitucional suspendió todos los permisos de construcción y tala. Además, el diputado Ariel Robles denunció estos hechos ante la Convención Ramsar.
Cuando se drenan humedales y se talan bosques, perdemos filtros naturales de agua, defensa contra inundaciones y sumideros de carbono. Estos ecosistemas son clave para la vida humana y la estabilidad climática. REGAMA no solo es herencia de Costa Rica, sino del mundo.
Es un tratado internacional firmado por más de 170 países para conservar humedales vitales para la vida. Protegen la biodiversidad, filtran el agua y estabilizan el clima.
Gandoca-Manzanillo fue declarado Sitio Ramsar en 1995, lo que obliga a su protección. No es una opción — es un deber.
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